En el año 653, el VIII Concilio de Toledo elogió a san Isidoro de Sevilla, al referirse a él como «el gran doctor de nuestro siglo, la gloria más reciente de la Iglesia católica, el último en el tiempo comparado con ellos, pero no el último comparado en la sabiduría y, aún más, el más docto de las últimas centurias, que ha de ser nombrado con toda reverencia». San Isidoro de Sevilla se erige en modelo para nuestra nueva Facultad de Teología, llamada siempre a asumir que su verdadero centro debe ser la contemplación y la introducción espiritual, intelectual y existencial en el corazón del Kerigma.
La nueva Facultad se acoge al patrocinio de san Isidoro de Sevilla, el doctor egregius, a quien pide que, del mismo modo que él mereció recibir de lo Alto la sabiduría del cielo, sea igualmente intercesor de sus proyectos y afanes ante el Trono de la Sabiduría.