El Arzobispo de Sevilla
25, V, 2020
Queridos hermanos y amigos, profesores, alumnos y personal no docente de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla:
Cuando estamos a punto de terminar el primer curso de nuestra Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, tenemos ocasión de hacer memoria y agradecer a Dios todos los dones recibidos en este año académico, en el que hemos tenido ocasión de ver cómo se empiezan a desplegar las muchas posibilidades que trae consigo la nueva institución. La Facultad se va dotando de medios con los que presentarse, en el ámbito de la educación superior, como un verdadero referente de excelencia y calidad en la investigación y la docencia de la Teología.
Pero es quizás la actitud de todos aquellos que conforman esta comunidad académica -alumnos, personal no docente y profesores- la que llevará a cumplimiento este deseo, que marca la identidad de nuestra Facultad. Como nos recuerda el papa Francisco en Veritatis gaudium: “todo esto pide un aumento en la calidad de la investigación científica y un avance progresivo del nivel de los estudios teológicos y de las ciencias que se le relacionan. No se trata sólo que se amplíe el ámbito del diagnóstico, ni que se enriquezca el conjunto de datos a disposición para leer la realidad, sino que se profundice para comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección no es posible” (VG 5).
La pandemia del covid-19 ha marcado, sin embargo, el desarrollo de este curso académico tan importante para nuestra Facultad. La Iglesia entera se ha unido para orar junta por los enfermos, por los que los atienden y para encomendar a Dios el eterno descanso de los fieles difuntos. Igualmente, la entrega y la dedicación de sacerdotes y voluntarios de nuestra Archidiócesis son un motivo de orgullo y de esperanza para la Iglesia que camina en Sevilla. En este sentido, tampoco la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla ha quedado al margen de esta exigencia y compromiso.
Por eso, a través de esta carta, quiero, ante todo, agradecer el esfuerzo y el trabajo llevado a cabo en un año del todo excepcional. Sé que han sido muchos los desvelos de los profesores para buscar fórmulas con las que hacer llegar los contenidos de sus materias, procurando siempre la cercanía y la disponibilidad a los estudiantes. Sé también que el trabajo personal de los alumnos ha sido por momentos ingente y que, también ellos, han debido suplir con horas de estudio la falta de clases presenciales. Sé, además, que tanto los trabajadores no docentes, como los directivos de la Facultad han procurado que se mantenga el nivel de exigencia propia del nivel de los estudios y del trabajo de la institución, adaptándose a las circunstancias con tesón y multiplicándose en tareas desde casa, aun en tiempos de confinamiento. ¡Gracias de corazón a todos! El Señor os pague tanto esfuerzo, no solo por salvar este curso, sino, sobre todo, por hacerlo presente a Él a través de vuestro estudio y de vuestra dedicación.
Quiero además animar a toda la comunidad académica a culminar con alegría este curso y a prepararse ya para el próximo año que llegará cargado de nuevos proyectos y de ilusionantes retos de los que todos debemos sentirnos parte y trabajar al unísono para que puedan llevarse a cumplimento.
Encomiendo la obra de la Facultad de Teología a la protección de la Santísima Virgen María y de su titular, san Isidoro de Sevilla. Que también él sea modelo de entrega y de consagración a Dios por medio del estudio y de la preocupación pastoral.
Para todos, el saludo fraterno de vuestro afmo. en el Señor.
Juan José Asenjo Pelegrina.
Arzobispo de Sevilla